Loa a la radio analógica
En medio de la oscuridad total que envuelve al país, cuando el suministro eléctrico cesa y sume todo en un silencio inerte y frío, paralizando la vida digital a la que estamos acostumbrados, emerge un humilde artefacto del pasado. Es la radio analógica, alimentada por simples pilas. Mientras las pantallas permanecen apagadas y las redes de comunicación caen, ella permanece ajena al colapso. No necesita la corriente que ya no fluye; su energía reside en esas pequeñas baterías que le otorgan autonomía. Con un giro del dial, entre el crujido familiar de la estática, brota una voz, una melodía, una conexión con el mundo exterior que parecía perdido. Se convierte en el único vínculo, la fuente de noticias que informa sobre la situación, la compañía sonora que rompe el pesado aislamiento. En la incertidumbre y el desconcierto del apagón, esta radio sencilla se erige en un faro inesperado, un testimonio de la resiliencia de lo básico frente a la fragilidad de lo complejo. No discriminas...